En psicología, la investigación sobre el desarrollo humano en etapas tempranas de la vida ha logrado demostrar y describir los factores que impactan de forma significativa al desarrollo de habilidades sociales y psicomotoras en los infantes.
Es sabido que la relación con la madre se convierte en el primer vínculo social importante de la vida del niño y la niña. Autores como Bowlby y Ainsworth, plantean que el apego como patrón de vinculación emocional es la consecuencia directa de esta interacción materno-infantil y que, el mismo no se da de manera súbito, sino más bien, es un proceso gradual que surge del contacto del bebé con el cuidador o cuidadores primarios, en este caso la madre.
Por tanto, el proceso de lactancia viene a representar un espacio relacional idóneo para la interacción afectiva entre la madre y el bebé.
Además de ser la manera más natural de alimentar a un recién nacido, la lactancia materna ha sido la forma de alimentación más segura para el ser humano en toda su historia. “Esta leche es la única que asegura al niño pequeño una alimentación adecuada y le protege de las infecciones”. (Broche Candó, et al. 2011) y a la vez le proporciona la oportunidad para la formación de los lazos afectivos con su madre.
Otras enfermedades como la osteoporosis, el cáncer de mama y de ovarios serán menos frecuentes en aquellas mujeres que amamantan a sus hijos, (Bonilla, 2008).
La lactancia constituye el fundamento para la base de la seguridad e independencia futuras del niño.
Si vemos la lactancia desde las perspectivas de lo biológico y de la salud, podremos ver que, el amamantar implica una serie de beneficios importantes para cada perspectiva. Los beneficios de la lactancia impactan, tanto a la madre como al lactante. Esto se evidencia en el hecho de que las mujeres que amamantan pierden el peso ganado durante la gestación más rápido y es menos probable que tengan anemia posparto. Asimismo, la madre presentará menor riesgo de hipertensión y depresión posparto.
En sentido general, “…la frecuencia de enfermedades fue mucho más baja en las madres que lactaron adecuadamente, pues en la leche materna se han identificado anticuerpos bacterianos contra agentes productores de infecciones en lactantes y niños…” (González y Romero, 2002).
Podemos decir que la leche materna es un alimento ecológico. No necesita ser fabricada, envasada ni transportada. Esto implica que existe un ahorro de energía y se evita la contaminación medioambiental, por lo que se considera la leche materna un recurso, es decir, natural renovable.
Además, desde un punto de vista económico, la leche materna representa un canal para evitar gastos importantes y una carga monetaria alta para las familias, especialmente de bajos recursos.
A partir de cálculos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en los países económicamente en vías de desarrollo, mueren aproximadamente 1, 500, 000 lactantes al año por falta de una adecuada lactancia materno.
En general, las naciones con ingresos per cápita considerados bajos tienen cifras mucho más altas de mortalidad infantil que las desarrolladas. (Broche Candó, et al. 2011).
Finalmente, podemos decir que, es claro que la lactancia bien establecida es una experiencia vital para la salud de las madres y los niños.
Permite al niño entrar en contacto físico estrecho con la madre, a la vez le ayuda a la mamá sentir gran satisfacción a raíz del vínculo con su niño o niña.
La lactancia materna favorece al desarrollo de la independencia y la autoestima del niño en el futuro. Los niños en el regazo de la madre, se sienten seguros y protegidos, lo cual favorece su desarrollo. Henao, P. (2009).
Es, por tanto, que promocionar y psicoeducar a la población sobre el impacto positivo para madres, niños y para el país, es un hito para alcanzar por nuestra sociedad.
Autor: Pablo Castillo
Psicólogo Clínico y de la Salud
Departamento de Salud Mental SNS