Cada 20 de noviembre se celebra el Día Universal del Niño, además se conmemoran los aniversarios de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos del Niño (1959) y la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño (1989).
Esta convención, la más universal de los tratados internacionales, establece una serie de derechos para los niños, incluidos los relativos a la vida, la salud, la educación, el derecho a jugar, a la vida familiar, a la protección frente a la violencia, la discriminación y a que se escuchen sus opiniones.
Gran parte de la sociedad reconoce la importancia de la salud física de los infantes, tomando en cuenta entre otros, los chequeos médico y la alimentación, sin embargo, queremos resaltar la importancia de la salud mental en los primeros años de vida.
La salud mental en la infancia es una problemática de interés nacional e internacional, el reciente incremento de la incidencia de trastornos mentales convoca a pensar las condiciones actuales bajo las que se desarrollan los niños.
Cuando hablamos de salud mental, en la infancia y niñez temprana, nos referimos a las primeras y tempranas relaciones del niño y su desarrollo social y emocional, nos referimos a la capacidad del niño de vivir relaciones cariñosas y receptivas con sus cuidadores; establecer relaciones con los demás, explorar y aprender, comunicarse mediante el juego, expresar y manejar sus emociones.
Según el tipo de cuidado que recibe el bebé y la manera en que responde, emociones agradables o desagradables se conectan con experiencias que desempeñan un papel importante en la creciente organización de sí mismo.
Tomando en cuenta que a los seis años el cerebro ha alcanzado casi 95% de su volumen máximo y que de acuerdo con diferentes estudios podemos constatar que la personalidad se gesta en los primeros siete años de vida del individuo y que la misma seguirá reflejándose en gran parte de su comportamiento en la adultez, entendemos que para tener adultos mentalmente sanos debemos invertir desde la infancia.
El ambiente social juega un papel importante en la salud mental de los individuos, especialmente durante la infancia, la inmadurez y la carencia de autovalia de los niños los obliga a depender de los adultos, las instituciones y la sociedad en general.
Se sabe que “la salud mental está influenciada, no solo por factores internos de la persona (como la genética y la resiliencia personal) sino también de manera muy importante por el entorno.
En tal sentido es necesario tener en cuenta el estilo de crianza que ejercemos con nuestros infantes, el niño de hoy será el adulto de mañana.
Estilos de Crianza
Autoritario
Este estilo se identifica por el uso de reglas estrictas que se aplican rígidamente, junto con una obediencia incuestionable y respeto hacia la autoridad de los padres. Los métodos de disciplina tienden a ser duros y existe cierto grado de inflexibilidad en lo que se permite a los hijos
Los padres autoritarios generalmente insisten en recibir respeto de sus hijos en todo momento. Los hijos de padres autoritarios tienden a ser dependientes, maleables, a veces son inseguros y con el tiempo, es más probable que rechacen algunas de las costumbres que les fueron inculcadas.
Permisivo
Este estilo se caracteriza por la falta de límites y limitaciones. Los padres permisivos a menudo evitan conflictos a toda costa y retroceden cuando sus hijos muestran enojo. Estos padres prefieren interceder en todo momento por sus hijos y pensar por ellos, con la esperanza de que mejore la relación.
Los padres pueden hallarse criando de esta manera por haber sido educados bajo el estilo autoritario y por desear hacerlo de manera diferente se sitúan en el otro extremo. Prefieren evitar los gritos y la atmósfera agresiva que conocieron y quieren, ante todo, que sus hijos sean felices.
Las desventajas del estilo permisivo es que los niños pueden ser: limitados en su aprendizaje, pobre tolerancia a la frustración, inseguros y excesivamente dependientes, más lentos para desarrollar la capacidad de resolución de problemas y la perseverancia.
Democrático o autoritativo
Este estilo se caracteriza por un entorno apegado a los límites, pero los padres permiten que los niños tengan más libertad sin dejar de establecer estándares claros de comportamiento. Los padres autoritativos utilizan criterios razonables y escuchan las opiniones de los niños; son sensibles a sus necesidades y comentarios; usan elogios y son claros en cuanto a sus expectativas.
Los hijos de padres autoritarios tienden a ser seguros, responsables, disciplinados y se desempeñan con una autoestima saludable.
Los padres que emplean este estilo son guiados por respeto mutuo. Creen que, si el respeto fluye en ambas direcciones, nunca habrá efectos secundarios perjudiciales.
Conclusión
Atendiendo a lo anteriormente expuesto, es necesario que nos eduquemos y enfoquemos nuestros esfuerzos en ser padres conscientes que críen hijos sanos, tanto física como mentalmente, no se trata de ser padres perfectos sino de actuar estratégicamente y practicar un estilo de crianza que nos permita fomentar lo mejor de nuestros hijos, ayudándoles a crear las bases de una adultez estable, desechando los patrones aprendidos que no funcionan.
María Lora
Terapeuta Familiar y de Parejas
Supervisora Nacional del Servicio Nacional de Salud (SNS)