A María Rojas se le eriza la piel cada vez que ve a su bebé pequeñita, Valentina, luchando por su vida desde el 18 de octubre.
“Llegué al centro con preeclampsia severa y rotura de membrana, había perdido todo el líquido, tenía 22 semanas de embarazo, mi bebé solamente 500 gramos de peso y me hicieron cesárea, me dijeron que en esos casos la esperanza de vida es de 72 horas”.
Explica que con ese panorama, los médicos recibieron a la bebé con un pronóstico reservado, “y gracias a Dios y a las atenciones de este centro, ambas estamos aquí, mi bebé sigue luchando y recuperándose, ha sobrepasado el pronóstico gracias a Dios”.
María Rojas asiste todos los días al hospital Materno Doctor Reynaldo Almánzar y califica de “excelente”, el trato y cuidado recibido por el personal.
“Las doctoras han sido muy humanas, me siento con la confianza de que, a pesar de que uno quiere llevarse su bebé a casa, mi niña esté aquí porque le han dado todas las atenciones, siempre las encuentro con una cara sonriente, dando ánimo, esperanza y apoyo y eso ayuda porque como madre, no es eso lo que uno espera de su embarazo”, concluye.